Puede que un día te llegue la
carta de aceptación de Roskilde Universitet o(RUC, como la llaman todos) y
pienses: “Pero, qué hago yo con mi vida? ¿Dónde voy a vivir?”. Bueno, yo
siempre digo que RUC proveerá pero por si acaso es mejor ser rápido y tener un
ojo abierto a otras posibilidades, como un piso en Roskilde o en Copenhague o
incluso ciertas residencias estudiantiles. Cito textualmente a la encargada de
relaciones internacionales, Maria Hylstofte: “the rooms are allocated after the
principlie ‘first come, first served’”. La oferta de RUC, hasta el año pasado,
era muy limitada. Vivirán en Rockwool o en Korallen. Este año ha nacido
Kolibrien.
Veamos qué es cada cosa. Kolibrien
es el nuevo kollegium y por ello
debería ser el más divertido y el más fiestero. Pues no. Ventajas: tienen
wi-fi. Desventajas: Funciona muy lento. Lo bueno es que la única suciedad que
tienen las habitaciones es la del polvo de obra. Lo malo es que al ser tan
nueva faltan cosas indispensables, como espejos y elementos de cocina. No
llegan a la veintena de estudiantes allí por lo que sólo existe una cocina y
una zona común por planta. Todo el mundo tiende a cuidar la cocina, pues no hay
otra. Esto es como aquellos anuncios de los 90 sobre ecología de “cuida tu
planeta, no tenemos otro”.
Aquella torre de aspecto infernal
y pintada de azul es Rockwool. No importa lo terriblemente fea que sea por
fuera, lo que importa es lo terriblemente siniestra que son sus escaleras por
dentro. Sin embargo el rollo que se marcan es sin duda mejor. Son como una
familia dividida en pisos. Rockwool se compone de tres pisos en los que viven
cuatro personas cada uno y con cocina y dos baños. Ciertamente es todo más
familiar. Internet no es un avance, funciona con cable y se necesita
contraseña. No sé en qué mundo vivimos.
Y llegamos a Korallen. ¿Qué voy a
decir de Korallen? Pues pestes y cosas buenas también. A pesar de haberse
construido en el 2007 la residencia por completo carece de wi-fi. Sólo hay
cable. ¿Qué pasa si no tienes cable? Que toca una visita al centro de Roskilde.
Lo bueno de Korallen, que estás en frente de la universidad pero su
localización es pésima para ir al supermercado. Todavía pienso que deberían
poner, desde la parada de tren hasta la residencia, una cinta mecánica que lo
hiciera todo más fácil. Realmente Korallen es un caos. Con el tiempo vas
sabiendo quién es quién pero hay temporadas en las que dices “¿este es nuevo?”.
No, puede que sea tu vecino de al lado pero como nunca sale no lo has visto.
Tantos estudiantes resulta fastidioso, puesto que nadie se preocupa de limpiar
las cocinas comunes. El lema es que cuando una cocina se ensucia demasiado, es
mejor huir a otra. Y esta huida suele ser vertical. Amigo lector, sé consciente
de que si vives en Korallen y te ha tocado una de las cocinas del piso bajo
estás realmente jodido, es donde más fiestas se hacen. A la gente se le
despierta un sentimiento de pereza a la hora de estar de party. Sin embargo,
esto ambiente festil ayuda a aquellos que son más tímidos a conocer a mucha gente.
En cuanto a las habitaciones, Korallen es una
lotería. Puede que tu habitación esté plagada de muebles o puede que esté vacía
como las iglesias después de Semana Santa. Cada habitación cuenta con un
armario con llave en la cocina y un trastero al lado de la puerta. Hay quien se
ha encontrado ropa, bicicletas o una X-Box y hay quien no se ha encontrado
nada.
Solamente me resta decir que si el
campus y sus residencias son tu opción de viviendo, sé valiente, amigo. Sé
valiente.
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