Urbi et orbi. A la ciudad y al mundo. Al mundo nórdico y al mundo no tan nórdico. A Dinamarca y a España. A Roskilde y a Madrid. En un intento por unirme a la modernidad y a lo trendy, por informar a otros que vengan después de mí y a mis amigos y por ocupar mi vida me excuso para abrir este blog. Pues sí, señores, otra bitácora de estudiante Erasmus. Por si no hubiera suficientes.
No voy a decir eso de “en este blog trataremos de…” porque
no soporto hablar en plural en las presentaciones y porque realmente desconozco
hasta la fecha el rumbo de este blog. Sólo sé que quiero hacerlo y que poder estar
una temporada fuera del nido me anima a ello.
En mi afición por los países nórdicos, por su cultura y por
sus lenguas elegí Roskilde como destino. Pronunciado “góskile”, ésta es una
ciudad de cerca de 50.000 habitantes (thank you Wikipedia) que se encuentra en
Dinamarca. Sí, ese país del que sólo nos acordamos en Eurovisión o cuando nos
enfrentamos con ellos en competiciones deportivas. Y es que el mundo nórdico es
así: frío, serio y desconocido. O al menos esa es la percepción que se tiene
desde España. Puede que intente cambiar eso (ya voy orientando el blog).
Continuando para bingo, diré que Roskilde se encuentra a escasos
kilómetros de Copenhague, capital multicultural y ecológica pero de la que
dicen que sus calles están mal iluminadas. Por tanto, a la espera de recibir la
carta de confirmación de la Roskilde Universitet o Universidad de Roskilde
estoy buscando piso y espero encontrarlo en Copenhague. Lo siento, soy de
Madrid y muy acostumbrado a las grandes ciudades, por lo que el municipio de
Roskilde se me queda pequeño. Si no, habrá que contentarse con lo que hay: unas
residencias a lado del campus universitario. Como decían The Beach Boys, "God only
knows".
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